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Se hace difícil encontrar las palabras para definir la excelencia en su grado más alto. Calificar a Marta Arce (Valladolid, 1977) después de su larga trayectoria vital y deportiva como judoca requiere un dominio sublime de la lengua. Son cuatro ya sus medallas en los Juegos Paralímpicos: plata en Atenas 2004, en -57kgs; plata en Pekín 2008, en -63 kgs; bronce en Londres 2012, en -63kg, y, 12 años después, en los Juegos de París 2024, otro bronce en -57 kgs.
A sus 47 años y a pesar del tiempo que llevaba sin subirse a un podio, Arce, que cuenta una deficiencia visual del 90% y albinismo, ha vuelto a colgarse un metal. Y no solo eso. Lo ha hecho en un combate que ha durado 5 segundos. Quizás por eso reconoce a TRIBUNA Valladolid estar "muerta reventada" tras los días de competición. "Tengo agujetas como si hubiera vuelto al colegio", bromea.
Y no es que hubiera dejado de competir. Estuvo hace tres años en Tokio y se ha mantenido activa a pesar de sus múltiples obligaciones todos estos años. Marta es madre de tres hijos y tiene una carrera tremenda en paralelo a las competiciones: es fisioterapeuta, estudió un máster en Comunicación y Periodismo Deportivo, y, en la actualidad, trabaja como conferenciante y preparadora. Todo ello no le impide entrenar al más alto nivel para no perderse ni una cita paralímpica, incluida la de París 2024, en la cual fue abanderada del equipo español.
"Fue un orgullo y un honor, además, compartirlo con Álvaro [Valera]. Nos coordinamos súper bien yo creo. Es un gran deportista y es una persona a la que aprecio y lo disfrutamos mucho los dos. Yo creo que nos lo pasamos pipa", relata. Una nueva experiencia en unos Juegos que, confiesa, está "disfrutando muchísimo".
Llegó el momento de la competición en la capital gala. En su primer combate, Arce venció de forma rápida a la turca Dondu Yeyilsurt gracias a un 'waza-ari' y un 'ippon', lo que la llevó a las semifinales. En la siguiente ronda, se enfrentó a la uzbeka Kumushkhon Khodjaeva, quien consiguió un 'waza-ari' que resultó imposible de remontar para la pucelana, por lo que fue a por todas en la lucha por el bronce.
"El día de la 'compe' salió todo fenomenal. Yo creo que tuve la suerte de tener el día, de estar con un flow tremendo y que empezaron a salir las cosas rodaditas. Sí que es verdad que iba con confianza porque lo hemos trabajado mucho en el equipo y eso me ayudó a estar tranquila, al saber que lo podía hacer, que habíamos hecho lo posible y casi lo imposible para hacer una buena 'compe' y así ha sido", asegura.
Tal fue la seguridad de Marta al enfrentarse a la brasileña Lucía a Silva Teixeira, que en 5 segundos le dio tiempo a realizar un buen agarre y lograr un ippon. Algo que, confiesa, casi ni ella misma se creía. "Me ha dicho el compañero que se ve que le estoy preguntando al árbitro porque hacen un poco de lío", cuenta. "Primero dan un 'waza-ari' y lo quitan. Y yo al final no sabía a quién le estaban dando qué. Porque como el judo es así...", apunta. "Digo, ¡ay Dios!", recuerda. "Así que le pregunté al árbitro y todo. Pero yo notaba que había hecho bien la técnica, aunque estamos muy acostumbrados a que no nos den ippon, porque nos pasa mucho que no nos lo dan, aunque lo digan o lo dan y luego te lo quitan", señala. "Entonces, yo había calentado para que fuera un combate muy largo, para aguantar mucha tensión, porque Lucía es muy buena. Nos hemos hecho muchos combatitos ya. Y bueno, sí que es verdad que salí pensando que iba por ella degüello. Es que es alguien a quien aprecio mucho, pero en ese momento es un rival", admite.
Una espectacular experiencia que se suma a las muchas que atesora la vallisoletana. Sobre si intentará llegar a Los Ángeles 2028 es difícil decir: "Ahora mismo que estoy aquí destruida, no. Pero dentro de diez días es posible que haya cambiado de opinión", comenta.
Quedan cuatro años para la cita estadounidense, tiempo suficiente para, en caso de que la veamos allí, se pueda crear un nuevo lenguaje con el que elogiar a una deportista a este punto incalificable.